La alegría es una de las virtudes budista más importantes. Nuestra verdadera esencia es ser felices y sentir alegría. Las personas irradiamos lo que sentimos: armonía, serenidad, ira, frustración, etc. Esto es así porque poseemos un campo de energía en torno a nosotros que algunos denominan aura y que se proyecta y es percibido por los demás dependiendo de su sensibilidad. Mostrar alegría es una de las actitudes que más y mejor notan los que nos rodean. Es una emoción que nos hace vibrar alto. Pero… ¿qué nos hace conectar con la alegría?

Una de mis propuestas es la importancia sentir alegría de existir. Cada día que amanece podemos dar gracias por estar vivos y gozar la mayoría de nosotros de condiciones excelentes de vida, en comparación con millones de personas que sufren en todo el mundo. Vivir bien, es un hecho maravilloso que muchas veces valoramos poco. Con cierta frecuencia no sentimos alegría o se nos escapa. No podemos poseerla continuamente, ni evocarla cuando la necesitamos. Las preocupaciones y frustraciones de la vida cotidiana y nuestra forma de pensar y reaccionar frente a ellas, tienen mucho que ver. Para sentir alegría la actitud mental es fundamental. Si nos centramos en lo que no tenemos la consecuencia es preocupación y tristeza. Por contra, si ponemos el acento en las cosas buenas que hay en nuestra vida, resulta más fácil mantener un tono general de alegría. Vivir con alegría es comportarse con la certidumbre de que nuestra vida está llena de oportunidades que están esperando que las aprovechemos.

La alegría y una actitud optimista tienen como base, en muchos casos, la bondad. Ser alegre tiene efectos casi mágicos. Hay personas que la expresan con tal fortaleza que hasta nos contagian su estado. Hacer las cosas con alegría es fundamental para que salgan bien. Todos sabemos que no hay nada peor que hacer algo por obligación, con tristeza o malhumor.

Sin embargo, hay personas que no están de acuerdo. Algunos consideran la alegría casi como una forma de egoísmo o superficialidad Y tú, ¿por qué estás tan contento? suelen espetar desde su malhumor. No se dan cuenta que su actitud no les conduce a nada y que el alegre es inmune a su observación y negatividad porque su alegría las neutraliza.

No hay bondad sin alegría y a la inversa. Estudios científicos avalan que una actitud alegre tiene efectos saludables: la alegría estimula y fomenta la creatividad. Un experimento reveló que, tras ver una película de humor, se posee mayor capacidad para resolver, en menos tiempo, un problema práctico. El humor y la alegría alivian tensiones, atenúan el dolor físico y contribuyen a la relajación. También hay estudios que ponen de manifiesto que fortalecen el sistema inmunitario y el corazón; reducen el estrés y hacen que descienda la presión sanguínea. En resumen, los alegres viven mejor porque tienen buena salud y son más felices.

La alegría proviene casi siempre de encontrale un sentido a nuestra vida. Se sabe también, que las personas están más alegres cuando realizan una actividad que les apasiona o gratifica –por ejemplo, hacer el amor, practicar un deporte, acudir a un espectáculo musical, etc.- que cuando simplemente descansan o permanecen ociosos. Es algo así como si la alegría se vinculara a la realización de una actividad. Si además, la actividad nos gusta mucho, la alegría estará con nosotros. La gente siente y muestra alegría cuando se entrega a una gran afición. Por eso, es importante tener un hobby en la vida.

Pero entonces, la pregunta es: ¿nacemos alegres o nos hacemos alegres? Existe sin duda una componente genética o de carácter que influye en ese temperamento. Sin embargo, lo importante es saber que la alegría es también una actitud mental; la manera con la que afrontamos el día a día de nuestra vida.

La mayoría de nosotros podemos descubrir los motivos por los cuales no estamos alegres. Por ejemplo: somos muy exigentes con nosotros mismos o con los demás; somos perfeccionistas y puntillosos; sentimos fuertes sentimientos de culpa; nos tomamos demasiado en serio las cosas; nos preocupamos con el futuro o, simplemente, nos obsesionamos con el menor problema.

El primer paso para lograr ser más alegres es analizar qué nos impide serlo. Esa práctica nos puede ayudar a superar las tendencias mentales saboteadoras de alegría y felicidad. Sólos o con ayuda de otros, debemos preguntarnos con sinceridad ¿por qué no estamos sintiendo alegría? Si existen unas causas concretas que hemos sido capaces de identificar, trabajar para eliminarlas o cuando menos, atenuarlas. Por ejemplo, las contínuas disputas con la familia. Pues bien, quizá es mejor no relacionarse con ella que relacionarse mal y que esto nos provoque tristeza y dolor.

Otra vía es preguntarnos ¿qué cosas me alegran? Para cada cual existirán distintas opciones: charlar con un amigo; tomar una copa; ver un partido de fútbol; leer un libro; visitar un lugar; escribir; ir de compras, etc. Muchas de estas cosas son perfectamente asequibles. Sólo tenemos que identificarlas y ponerlas en práctica. La alegría está al alcance de todos haciendo aquello que nos gusta. Sólo es proponerse ir a su encuentro practicando aquello que nos gratifica.

También hay personas que experimentan una alegría especial ayudando a los demás. Por ejemplo, muchos realizan labores de voluntariado colaborando con organizaciones humanitarias. Esta es un vía de gran satisfacción personal con resultados maravillosos. Las personas que se ocupan de otros son más equilibradas y sienten alegría con muchísima mayor frecuencia.

Por último, interactuar y mantener una buena relación con los demás, es una faceta importantísima para sentirse alegre. La calidad en las relaciones humanas con familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo o estudios, es fuente de bienestar y alegría. Y a la inversa, las malas relaciones con nuestros semejantes son determinantes de tristeza y graves depresiones.

En resumen:

  1. Valora lo que tienes, focaliza tu atención en lo que ya has conseguido, y no en lo que te falta.
  2. Es contagiosa y tiene múltiples beneficios sobre nuestra salud.
  3. Procura hacer cada día algo que te apasione, que te haga disfrutar. ¡Descubre tus aficiones y hazlas!
  4. identifica qué pensamientos hay en tu mente que te lo impide. ¡Evítalos!
  5. Identifica qué cosas te hacen sentir bien. ¡Hazlas!
  6. Ayudar a los demás, siempre es un buen camino.
  7. Rodéate de personas alegres, y evita aquellas que sean tóxicas en tu vida.

Y para acabar, una cita de Erasmo de Rótterdam que ratifica algo ya dicho:

“La verdadera alegría nace de la buena conciencia”.