Me declaro optimista empedernida, no puedo evitarlo

«Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad.» Winston S. Churchill

Erase un vez una familia que tenía 2 hijos, uno era pesimista y otro optimista.

El pesimista tenía una habitación llena de juguetes que le habían regaldo por sus cumpleaños y otras fechas señaladas. El optimista en cambio no tenía juguete alguno, si no un montón de estiercol y un palo.

El niño pesimista estaba siempre triste o enfadado porque, aunque tenía muchos juguetes, él deseaba tener un tambor. Pero nunca le regalaban un tambor.

El niño optimista en cambio, siempre andaba risueño y feliz.

Una tarde sus padres se asomaron a sus habitaciones para ver cómo estaban.

El pesimista, como siempre, andaba lloriqueando y buscando entre sus juguetes su deseado tambor, mientras se quejaba por no encontrarlo.

El optimista se encontraba muy contento y feliz removiendo el estiercol con su palo. Mientras lo hacía, le escucharon decir: «¡Qué bien! ¡Qué suerte! ¡si tenemos estiercol en la granja, quiere decir que el caballito anda cerca!»

Lamento que a algunas personas les pueda resultar escatólogica esta historia, pero me he permitido el lujo de visibilizar la metáfona casi de forma real.

Porque en la vida realmente hay momentos de mierda, días de mierda e incluso temporadas de mierda. Pero pese a todo, lo importante no tiene que ver con lo que nos pasa, y ahora te lo explico.

¿Qué entendemos por optimismo?

Y es que optimismo tiene que ver con ver el vaso medio lleno, en vez de medio vacío.

Tiene que ver más con lo que ya tenemos, saber valorarlo y desear lo mejor, que con aquello que nos falta y creemos necesitar en nuestra vida.

El término optimismo surge del latín «optimum»: «lo mejor».

Optimismo es la chispa mágica, que nos ayuda a ver la parte positiva de las personas o de las cosas en cualquier circunstancia en que nos encontremos. Aunque huela mal.

Podríamos decir que es una de las actitudes mentales más poderosas para ayudarnos a alcanzar nuestros deseos y metas.

Para la psicología, optimismo es la característica de la personalidad que media entre los acontecimientos externos y la interpretación personal que hacemos de ellos.

La vida no es lo que nos pasa, sino lo que nos decimos sobre lo que nos pasa. Esta es una de mis frases favoritas.

El optimismo es la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables y que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia.

Las personas optimistas vemos siempre el lado bueno de las personas y las circunstancias, confiamos en sus capacidades y en la ayuda de los demás.

Optimismo vs pesimismo

La principal diferencia entre una actitud optimista y su contrapuesta –el pesimismo– es el enfoque de la realidad.

Empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca desánimo y apatía.

Sin embargo, estamos diseñados geneticamente para ello, ya que prestar atención a los inconvenientes y dificultades de la vida, nos coloca en estado de alerta y nos advierte de los peligros.

Esto era muy ventajoso en las cavernas, cuando la subsistencia y la perpetuidad de la especie era primordial. Hoy en día y en nuestra zona geográfica, no es necesario. Nuestra vida no corre peligro a cada instante que nos enfocamos en los peligros.

En nuestro subconsciente colectivo, sigue instalado el mecanismo de defensa de reaccionar ante las dificultades. Pero ahora ya no lo necesitamos, al contrario.

En cambio, el optimismo es la actitud mental dispuesta a encontrar siempre posibilidades, ventajas y soluciones.

Las personas más optimistas tienen mejor humor, son más perseverantes y gozan de mejor estado de salud y tienen más éxito. Algo mucho más ventajoso en nuestro tiempo, que el estrés provocado por el miedo a las dificultades.

Los que poseen altos niveles de optimismo y esperanza (ambos tienen que ver con la expectativa de resultados positivos en el futuro y con la creencia en la propia capacidad de alcanzar metas) salen fortalecidos y obtienen enseñanzas de situaciones traumáticas y estresantes.

Todos los seres humanos tenemos problemas, sin embargo, hay que evitar la actitud mental que propicia que nos amarguen la vida.

Con actitud optimista, es posible resolverlos, sabiendo que los problemas tienen solución de forma más sencilla si confiamos en nuestra capacidad para afrontarlos.

Por el contrario, el pesimista se pone gafas negras para ver la vida y hace de la tristeza y la melancolía sus compañeras inseparables.

Optimismo vs realidad

Sin embargo, alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia directa del optimismo.

A veces, pese al esfuerzo y el optimismo, las cosas no resultan como queremos.

Lo bueno del optimismo es que nos ayuda a volver a intentarlo, a analizar qué ha fallado, dónde hemos cometido errores.

Sólo así es posible superar las dificultades y lograr objetivos, pues con optimismo, se refuerza y alienta la perseverancia.

Por eso también, el optimista sabe buscar ayuda como alternativa para alcanzar los objetivos que se ha propuesto, en una actitud que en nada desmerece el esfuerzo o la iniciativa personal.

 

Cuidado con el falso optimismo

 

El auténtico optimista no es ingenuo ni se deja llevar por simples ilusiones.

Debemos pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones y actuar.

Si una persona desea iniciar una actividad sin medios, recursos, conocimientos o experiencia, fracasará en sus objetivos por muy optimista que sea.

Los falsos optimistas se engañan a sí mismos inventándose una realidad falsa que creen ingenuamente les propiciará una vida más fácil y cómoda.

Por ejemplo el estudiante que no estudia y que por optimismo piensa que el examen será fácil y lo aprobará con los pocos conocimientos con los que cuenta.

Eso no es optimismo real pues como digo, el optimista siempre actúa y persevera.

Se podría pensar que el optimismo es una actitud individual que nada tiene que ver con el resto de gente.

Sin embargo, con actitud optimista tenemos mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo buscamos y esperamos compañeros colaboradores e implicados en las responsabilidades; en la escuela, queremos tener profesores y alumnos dedicados.

Si nuestras expectativas no se cumplen, con optimismo adoptaremos la actitud mental que nos lleva a pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda.

El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, motivar y servir a los demás.

En la amistad y en la búsqueda de pareja es fundamental ser optimistas.

 Algunas personas se encierran en sí mismas después de fracasos y desilusiones, como si ya no pudieran volver jamás a confiar en nadie.

El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también defectos, que debemos aceptar y ayudarles a superar.

Cómo ser optimista

 

Dicen los psicólogos que el optimismo es “la propensión a ver y valorar las cosas en su aspecto más favorable.

¿El vaso está medio lleno o está medio vacío?

El optimista suele ver lo que hay en el vaso y no lo que falta.

Y entonces, la pregunta es ¿se nace optimista o se puede aprender a serlo?

El fundador de la psicología positiva Martin Seligman, afirma que hasta las personas más cínicas son capaces de aprender optimismo y mejorar sus vidas.

Lo importante es remarcar que mientras el pesimista se siente impotente ante la adversidad, el optimista considera los golpes de la vida como desafíos temporales y reversibles.

También la investigadora estadounidense Carol Dweck, autora del libro “Mindset” opina que el optimismo puede aprenderse.

Considera que está al alcance de todos ser optimista con sólo adoptar lo que ella define como “mentalidad de cambio”: tener conciencia de que somos personas cambiantes, que crecemos cada vez que nos arriesgamos a aprender algo nuevo y que el optimismo aumenta, cuando nos damos cuenta de que somos dueños de nuestro destino.

La mejor manera de fomentar el optimismo es educando a nuestros hijos con una “mentalidad de crecimiento”: aumentando su autoconfianza felicitándolos por sus esfuerzos y, reforzando positivamente sus logros.

4 pasos para ser optimista:

1. Atiende a la gente

Sus cualidades y capacidades, y las circunstancias en general en sus aspectos buenos y positivos.

Reconoce el esfuerzo, el interés y la dedicación de los demás.

Por ejemplo, una persona con un jefe autoritario puede pensar. “Es imposible trabajar bien con este hombre que esconde su mediocridad mediante su autoritarismo”.

Sin embargo, el optimista se centrará en los aspectos positivos de su jefe, intentará entender el estrés que sufre, los problemas que tiene que superar en su trabajo, etc.

Con esa mentalidad colaborará con él de la mejor manera posible.

Como dijo Marta Tonetti“Los optimistas aceptan a los demás como son, y no malgastan energías queriendo cambiarlos, sólo influyen en ellos con paciencia y tolerancia”.

 

2. Aporta, sugiere y busca soluciones, dejando a un lado las críticas o las quejas. 

 

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño.

El optimista busca en los errores y equivocaciones, una experiencia positiva de aprendizaje.

Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, transformándose en oportunidades para mejorar.

El optimista dice “puede ser muy difícil pero es posible”. El pesimista dice: “puede ser posible, pero es muy difícil”.

3. Aprende a ser sencillo, humilde y a tener esperanza.

 

No temas pedir ayuda a otros que saben más, tienen más experiencia y pueden ayudarte a encontrar la solución de manera más rápida o eficaz.

La persona optimista es la que espera, piensa, desea siempre lo mejor, aunque sabe aceptar cualquier situación no favorable de manera “deportiva” y en paz.

Ser optimista cuando todo sale bien es sencillo, sin embargo, el triunfo personal y los éxitos fáciles pueden conducir a un optimismo falso.

En cambio, el verdadero optimista cuando sufre una desgracia, estará triste, pero no desesperará.

El optimista vence siempre al desaliento y al abandono.

4. Ser optimistas es actuar y ser perseverantes en la búsqueda y logro de resultados.

 

No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera; considera y prepáralo todo bien antes de actuar.

El falso optimismo es la mera actitud mental que lleva a algunos a considerar que sólo pensando que las cosas irán bien, saldrán bien y por sí solas.

Ver la realidad de las cosas es algo difícil, pues la mayoría de las personas analizan las situaciones con tal carga de subjetivismo (con un enfoque tan personal) que les resulta complicado centrarse en la dificultad real.

Hay otras personas más realistas que tratan de analizar los hechos con objetividad pero también les añaden su particular interpretación.

Las personas optimistas van más allá de los datos reales para centrarse, primero, en las circunstancias positivas y después, en las posibilidades de mejora de la situación.

Teniendo en cuenta las dificultades, aunque siempre con la actitud positiva de saber que pueden superarse.

Por eso, la crítica negativa, es incompatible con el optimismo.

Wiston Churchill dejó dicho: “Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”. Pues eso.

Y para acabar, una frase anónima que me gusta especialmente porque creo sintetiza a la perfección la esencia del optimismo:

“El optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa”

¿Dónde estás tú?

Espero tus comentarios.